El nombre de Santaliestra y San Quílez se deriva de los dos núcleos poblacionales que se asentaron en las proximidades de dos ermitas dedicadas a los santos citados, siendo Santaliestra el situado más al norte (La Pllana) y compuesto por siete casas que forman en la actualidad uno de los parajes más pintorescos de la población al cual se accedía por un estrecho puente fácilmente defendible y por el que discurre en la actualidad un acequia de riego y San Quílez tuvo su origen en la ermita del mismo nombre siendo en su inicio su nombre “La Cuadra de San Quílez” situado más al sur, siendo este el principal núcleo poblacional del municipio.
Según la publicación “Aragón pueblo a pueblo” primero fue San Quílez quien encabezó la denominación del primer ayuntamiento constituido en 1834, pues se llamó de San Quílez y Santaliestra. A partir de 1857, el municipio adquirió su nombre actual de Santaliestra y San Quílez.
El río siempre tuvo gran influencia en la vida de Santaliestra. Después de la desaparición del molino viejo, fue construido un nuevo molino enfrente de la desembocadura del barranco de Gabarrosa, molino que fue centro durante más de trescientos años de la vida comercial del valle del Ésera (actualmente derruido). Era un molino harinero con tres batanes y torno de aceite, todo en un mismo edificio y movido por las aguas del Ésera. Gracias tambien a la abundancia de agua, en el 1837, con la ayuda del cura ingeniero Ramón Baldellou "Mosen Acequias", de Torre de Obato, se contruye el canal de riego de 5 km. que va desde Santaliestra hasta Perarrúa, además de otra propia en Santaliestra.
En 1884 se publica en Barcelona la memoria "Ferrocarril Internacional por el Pirineo Central desde Monzón a Benasque y a Bagneres de Luchon" por el valle del Ësera. Proyecto que no llegó a realizarse pero si en 1890 se construye la carretera Graus-Benasque, vital para las comunicaciones del valle y de la comarca y como no para Santaliestra. Ese mismo año, en Junio, visita la localidad el famoso pirineista francés Maurice Gourdon, describiendo su visita en el libro "Doce días en Aragón" de la siguiente manera:
"Siguiendo la carretera desde Morillo de Liena, y pasando por el túnel de la Marrada, llegamos a Santaliestra. Nos hospedamos en la posada del Molino, junto al río, famosa en toda la comarca. Su propietario, el señor Mur, guiado por su instinto previsor y comercial, ha ha trasladado la fonda a un edificio junto a la nueva carretera. Recomiendo el establecimiento por su limpieza, confort y buenos precios. Desde el pueblo, Gourdon y sus acompañantes atraviesan el río por un puente colgante que juzgan pintoresco pero poco consistente. En esa ribera, en los llamados Terrers del Molí, se dedican a recoger fósiles para sus investigaciones posteriores".